Esto no empezó con una idea. Empezó con una frustración.

Cortar jamón debería ser un placer. Pero no lo era.

Después de probar jamonero tras jamonero, la historia era siempre la misma:
Cabezal flojo, de baquelita o plásticos que no daban confianza.
La base tambaleaba, como si cortar bien fuera cosa de suerte.
Y cuando llegaba el tercer corte… imposible: no eran basculantes, así que tocaba forzar la postura o desaprovechar la pieza. Y si querías algo con diseño, mejor olvidarlo: plástico cromado, acabados genéricos, o soportes que parecía que se iban a desmontar con solo mirarlos.

Así que decidí fabricarlo yo. Algo que resolviera todo lo que me fallaba siempre:

• Que fuese estable, de verdad.
• Que me dejara cortar como yo quería, desde el ángulo que necesitaba.
• Y que tuviera presencia, carácter. Algo que cuando lo viesen en mi cocina pensaran: "aquí lo de cortar jamón se lo toman en serio".

Ese es el jamonero que tienes delante. Ensamblado a mano, pieza a pieza. Con materiales de calidad. A conciencia. Y con la única intención de hacer que cortar jamón vuelva a ser lo que debe ser: fácil, cómodo y un disfrute.